lunes, 24 de diciembre de 2012


Los yacimientos de la comarca



 El término municipal de Lorca comparte en sus yacimientos arqueológicos la secuencia histórica del sureste peninsular, protagonizada por importantes culturas. El término municipal ha sido siempre a lo largo del tiempo un lugar de conexión entre las distintas áreas del Mediterráneo. Ya desde la Prehistoria se convirtió en un importante paso natural, como quedó claro más tarde en época protohistórica cuando se situaron poblaciones importantes en elevaciones que controlaban el terreno. La vía Augusta transitaba por estos parajes durante la dominación romana y, en fin, todos conocemos la importancia fronteriza que tuvo la región en la Edad Media. La fisionomía de la ciudad y el carácter de sus habitantes es fruto de esta fusión de culturas en el tiempo.

 Los primeros pobladores de la comarca de Lorca fueron cazadores recolectores que habitaban cuevas y abrigos naturales bien resguardados situados en un ecosistema apto para el tipo de vida depredadora que estos llevaban. Ejemplo de esto lo podemos ver cerca de la costa, donde está el yacimiento paleolítico de Cueva Perneras (Ramonete). El curso alto del Guadalentín también contaba con los establecimientos paleolíticos de Los Alagüeces, Zuñiga y el Cerro Negro. A partir del VI milenio a. C. comienzan a imponerse nuevas formas de vida a raíz del uso de la agricultura y la ganadería. Se ve entonces que los poblados comienzan a situarse alrededor de ramblas y ríos, aunque debido al intenso cambio en el terreno no se han podido encontrar en el Valle del Guadalentín poblados de este tipo, lo que no quiere decir que no existieran. Esto también puede deberse a un periodo inusualmente prolongado de pervivencia de las formas de vida del Paleolítico.

 Es destacable, en cambio, la presencia de pinturas rupestres. El famoso abate Breuil estuvo en la región a principios del S. XX y documentó dos lugares con pinturas de tipo esquemático en los abrigos de El Tio Labrador y de Los Paradores. Recientemente se añadieron las pinturas de los abrigos de El Mojao y Los Gavilanes. 



Exterior de la cueva del Tio Labrador



 Si había poca presencia de poblados neolíticos, en el eneolítico la cosa cambia y se constatan muchos más hallazgos. Las habitaciones son cabañas de planta circular y los poblados siguen estableciéndose en las laderas cercanas a los ríos y ramblas, como ocurre en los poblados de Xiquena y El Chorrillo. La presencia de poblados de mayor magnitud (como el de El Capitán en Lorca) hace pensar en una jerarquización pero sería todavía incipiente. El mejor ejemplo de este tipo de poblados lo constituye La Salud, una población situada en altura que se dedicaba a la explotación de los recursos del medio (agricultura y ganadería), reseñable en tanto la caza todavía era un componente muy importante en la economía de subsistencia.



Restos de muralla del poblado de El Capitán


A partir del II milenio a. C. explota y alcanza su apogeo en todo el ámbito del sureste peninsular la cultura del Argar, una de las culturas más importante del Bronce europeo. En el valle del Guadalentín se configuran varios poblados de gran tamaño rodeados por poblados de menor entidad destinados, al parecer, a la explotación agrícola. El tipo de asentamiento argárico en llano se sistematizó a partir de las excavaciones de El Rincón de Almendricos. Éste se une a otros yacimientos similares, como Los Cipreses, La Alcanara, Los Derramadores y La Torrecilla. A través de la excavación del Cerro de las Viñas (Coy) se ha podido documentar una muralla destinada a la defensa del poblado, por lo que el modelo se ha podido extender al resto de la comarca. Los yacimientos situados en la ladera del Castillo de Lorca completan el registro arqueológico del Bronce Tardío y Final, antes de adentrarse en el mundo ibérico propiamente dicho.


Vídeo que puede servirnos para tener una idea general de la cultura argárica


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