martes, 15 de enero de 2013





 ¿Cuáles serían las aplicaciones TIC que se podrían usar en el museo? Esta es una pregunta compleja y ante todo debemos ser realistas. Para empezar, es el propio museo el que debe decidir sus objetivos y actuar en consecuencia. Si el museo considera que actualmente cumple con los objetivos que se había marcado y no necesita más aplicaciones basándose en unos argumentos coherentes nada más que decir. Por otro lado, siempre hay que estar atento al factor económico. De nada sirve la mejor aplicación TIC si por su causa hay que abandonar otros aspectos del museo dado su elevado coste económico. 
 Vamos a ver en esta entrada las posibles soluciones a los problemas que vimos en la anterior, viendo en cada caso que TIC podría usarse.


 Los campos a potenciar claramente son el de los paneles informativos y el de las exposiciones audiovisuales. En cuanto a estas últimas, como vimos en la entrada de los vestidos, se deberían usar videos explicativos en muchas partes del museo. Por ejemplo si estamos en una sala en donde hay mucho instrumental lítico, no estaría de más un video en el que se explicara tanto el proceso de fabricación como los materiales empleados (un ejemplo positivo de esto sería el Museo Arqueológico de Murcia, en donde hay un audiovisual permanente en la sala prehistórica explicando dicho proceso de elaboración). Como ya expliqué en aquella entrada, el visitante agradece este tipo de videos pues aumentan su inmersión e implicación en los útiles que ve, todo lo contrario del método tradicional. Además, se trata de un recurso relativamente barato, pues no debe costar mucho contratar a un profesional en la elaboración de utillaje lítico para grabar varias sesiones. Si esto fuera muy caro, se podrían comprar los derechos de emisión de audiovisuales que ya circulan por ahí.


Ejemplo de uso audiovisuales en el Museo Arqueológico de Murcia

 El campo de los paneles informativos se combina con el de las exposiciones audiovisuales a través de los llamados códigos QR. El código QR (quick response code o código de respuesta rápida) es un código de barras que sirve para almacenar información. Fue creado por la compañía japonesa Denso Wave, una filial de Toyota, en 1994 y su uso estaba restringido a la automoción en un primer momento, pero poco a poco se fueron descubriendo nuevos usos, ampliándose sobre todo al campo del inventariado en muchas industrias. Desde que se creó software que permitía leer los códigos QR en aparatos domésticos, como puede ser el PC, la tablet o un Smartphone, los códigos han experimentado un incremento enorme en su uso. Cada vez vemos más códigos de este tipo en revistas, periódicos, anuncios, etc. Y bien, ¿en qué nos afecta esto?.  Pues en que los códigos QR son la herramienta perfecta para incluir datos en las vitrinas que contienen las piezas. El código QR podría contener una descripción detallada de cada pieza expuesta. El visitante tendría que pasar la cámara de su móvil por encima del código y obtendría la información correspondiente. Hoy en día casi todo el mundo tiene un Smartphone con acceso a Internet, y el que no lo tiene lo tendrá en poco tiempo cuando cambie su móvil actual. Por tanto, se abarcaría a todo el público que acudiera al museo. El código QR también puede enlazar a contenidos audiovisuales: por ejemplo, se podría poner en las piezas de un determinado yacimiento un código QR que enlazara a un video sobre dicho yacimiento. Vemos, pues, que la aplicación de los códigos QR en el museo crearía una experiencia mucho más satisfactoria, es una herramienta muy fácil y muy barata de desarrollar y será de uso casi obligatorio en un futuro cercano (sobre todo en cuestiones de turismo y patrimonio cultural) por propia demanda del público, por lo que más vale ponerse manos a la obra en cuanto se pueda.

Pronto habrá uno de estos en cada esquina

 Otro campo que se podría mejorar con el uso de las TICs es el de las actividades del museo dirigidas a los visitantes escolares. Aquí se me ocurre una idea que puede parecer disparatada, pero que se ha intentado aplicar (de forma similar, no igual) en otros museos y con buen resultado. Sería la de poner unos terminales en el museo (para un museo del tamaño del de Lorca bastarían unos 4) distribuidos por las salas. En cada uno de ellos habría un juego diferente relacionado con la época donde se encuentre. Todos los juegos tendrían una interfaz de aventura gráfica (point&click). Por ejemplo, en la zona de la prehistoria podría haber un juego en el que saliera un hombre prehistórico que tiene que ir de caza. El jugador tendría que ir seleccionando las piezas adecuadas para cada fase de la caza (caza propiamente dicha, despiece, labrar el hueso, etc.) que estarían dispersadas en el poblado. Así aprendería los instrumentos (bifaz, buril, raspador, etc.), cómo era el poblado y cómo se tenía que cazar. 
 O podría hacerse en la sala romana un juego en el que saliera un campamento romano. En él habría un legionario que tiene que vestirse correctamente para pasar revista y salir a la batalla. Entonces un instructor le va diciendo al jugador el nombre de la pieza y éste debe seleccionarlas de entre todas las que habrá, que serán muchas más de las necesarias. El instructor va penalizando los fallos y sumado los aciertos y al final se le da al jugador su puntuación final. A mi parecer estos juegos tan sencillos, con una buena música y unas animaciones logradas serían una estupenda herramienta de aprendizaje y harían la visita más amena a los niños. También son relativamente baratos de desarrollar.

El interfaz de Monkey Island por ejemplo

 Por último y por ser lo más controvertido, el museo debe contar con una pieza representativa, por la cual sea conocido y vayan las visitas, y en donde deberían volcarse las aplicaciones TICs más avanzadas, como son la realidad aumentada o el uso de tecnología 3D. Esta podría ser perfectamente uno de los vestidos de más de 4.000 años. Se podría hacer una especie de holograma que presentara el vestido completo a partir de los fragmentos que el visitante ve. Quizás sea una idea descabellada y seguramente sea muy caro, pero no habría mejor campaña de publicidad que ésta, ya que cualquier visitante querría ver esa cosa única que sólo puede encontrar en el Museo Arqueológico de Lorca.



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